Esta mañana hemos ido Pepi, Carmela, Francisco y yo de descubierta a ver la playa, como siempre, se piensa una cosa y se hace otra.
Hemos visto la playa, pedregosa, solitaria a esa hora, poco atractiva para pasear por ella, un buen chiringuito, duchas, no está mal preparada pero lo básico de una playa no tiene, así que hemos ido a ver Benicarló, está como a medio hacer, muchos solares, pisos en venta o a medio hacer, hemos desayunado a pecio de turista, tostadas caseras y un café estándar, 12’ 60 €, mucho, seguramente es precio de verano.
Hemos continuado paseando, vemos la iglesia de San Bartolomé, entramos, mi Pepi se queda en la entrada, yo veo un señor sentado en un lateral y pienso que debe ser un feligrés, mi Carmela y yo bajamos por la iglesia, tranquilamente, yo bajo a una cripta con una especie de trampilla gigante alzada, mi Carmela dice que ¿y si se baja estando nosotras?
Así que no baja, yo lo hago, es donde están enterrados varios mosenes, hay unas placas y un pequeño altar. Lentamente vamos saliendo, y entonces oímos a mi Pepi hablar airada con el hombre de la puerta.
Nos entretenemos un momento, una pareja que estaba dice que ellos ya estuvieron ayer.
Salimos y entonces mi Pepi nos explica: Resulta que en la entrada había un cartel diciendo “donativo 0,50 centimos. Pero… el Sr. Manolo, así se llamaba, había esperado a que estuviéramos dentro del todo mi Carmela y yo para reclamarlo, mi Pepi discutió con él (Ya lo explicará ella más adelante) que eso era una trampa, porque si pusiera entrada 0,50 €, ya no hubiéramos entrado. ¡Cómo está la iglesia Dios mío!.
Hemos visto la playa, pedregosa, solitaria a esa hora, poco atractiva para pasear por ella, un buen chiringuito, duchas, no está mal preparada pero lo básico de una playa no tiene, así que hemos ido a ver Benicarló, está como a medio hacer, muchos solares, pisos en venta o a medio hacer, hemos desayunado a pecio de turista, tostadas caseras y un café estándar, 12’ 60 €, mucho, seguramente es precio de verano.
Hemos continuado paseando, vemos la iglesia de San Bartolomé, entramos, mi Pepi se queda en la entrada, yo veo un señor sentado en un lateral y pienso que debe ser un feligrés, mi Carmela y yo bajamos por la iglesia, tranquilamente, yo bajo a una cripta con una especie de trampilla gigante alzada, mi Carmela dice que ¿y si se baja estando nosotras?
Así que no baja, yo lo hago, es donde están enterrados varios mosenes, hay unas placas y un pequeño altar. Lentamente vamos saliendo, y entonces oímos a mi Pepi hablar airada con el hombre de la puerta.
Nos entretenemos un momento, una pareja que estaba dice que ellos ya estuvieron ayer.
Salimos y entonces mi Pepi nos explica: Resulta que en la entrada había un cartel diciendo “donativo 0,50 centimos. Pero… el Sr. Manolo, así se llamaba, había esperado a que estuviéramos dentro del todo mi Carmela y yo para reclamarlo, mi Pepi discutió con él (Ya lo explicará ella más adelante) que eso era una trampa, porque si pusiera entrada 0,50 €, ya no hubiéramos entrado. ¡Cómo está la iglesia Dios mío!.
Hemos continuado el paseo, ya en coche y pa`casa.
Por la tarde hemos ido todos a Benicarló, Pepi y jóvenes por un lado, andando por el estrecho camino, limpiado de telarañas por Francisco, los demás en coche. Hemos paseado por el puerto y es allí al fin donde está la arena.
Había bastante gente y el mar vacío ya, empezaba a refrescar.
Comemos pescadito frito en un bar, invitación del yayo, y para casa, paseando nos encontramos con los de a pie, en un bar con WIFI, y ha empezado el ritual: nos vamos, vienes a buscarnos, donde, ya te llamo, en el puerto, no vayáis por las calles oscuras… en fin.
Nos vamos y ellos se quedan, llegamos a la casa, ya es de noche y ¿quién tiene llave? : Mi Pepi. O sea que Carmela y Francisco, que tenía mono de café, se han ido a buscar la llave, nos quedamos el yayo yo.
Contemplando la luna, leyendo a la luz de la farola, al rato aparecen todos, se han apretujado en el coche y se han quedado sin cenar en el pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario