Ha sido un día sin saber muy bien qué hacer. Con las maletas hechas, sentados por todos los rincones, esperando al dueño para que nos devolviera el aval. Llegó el ¿jardinero? Y al rato el dueño.
Francisco le preguntó si la casa era legal, le dijo que ahora sí, pero que le había costado. (Lo sospechábamos, no tenía acera, calle, cables por todos lados…)
Nos devolvió el aval, después de echar un vistazo a la casa y mi Carmela se fue a llevar a Ángela, Silvia, Miguel y Xavi a ver los loros. (Al parecer les ha justado) Los demás nos fuimos a intentar pasar el tiempo, en terrazas, en heladerías. (Después de buscar otro restaurante para variar, acabemos en Bodega Aragonesa)
Y después otra vez a hacer tiempo. Al fin mi Carmela llevó a los del tren, salía a las 18,30 y nosotros tomamos la carretera. Salimos bien. Íbamos como en un puzle dentro del coche, toallas en los asientos, bolsas, sudaderas, cacharro del Dani, sandalias, cojín, sombrero, etece, etece.
Cogimos caravana a la altura de Torredembarra, adelantábamos un poco y en el siguiente pueblo otro atasco… Hasta que francisco se cansó y a la altura de Vendrell nos metimos en la autopista. Y entonces ya como una flecha hasta casa.
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