LA CASA DE LOS MIL ENCHUFES
¡Y llegaron las vacaciones! ¡Por fin! Salimos tarde, a las diez y llegamos bien, sin tráfico, nos llamó el hermano del dueño y quedamos en que entraríamos cuando llegáramos.
Así que quedamos en los bomberos, paramos fuera, pero hacía mucho calor y Francisco dijo que entráramos al patio, yo pensaba ¡ay como tengan que salir corriendo! Pero no pasó.
Y cuando llegó el hombre lo seguimos y cada vez el camino más malo, rodeamos una rotonda, bajamos hasta el lecho del Rio Seco, (se llama así, no sé si porque no lleva agua o por ironía) pasamos bajo el puente de la autopista, subimos a ella por un lateral y nos metimos entre solares y huertos, hasta una calle, bueno un camino de tierra y matojos secos, estrecha, solo cabe un coche de ancho y llegamos a la casa.
¡Con razón nos dijo que no la encontraríamos nosotros! Estaba casi escondida, da la impresión que es una construcción clandestina, el sitio parece que sería antes de huertos.
(TODO A PUNTO DE ROMPERSE)
¡Y llegaron las vacaciones! ¡Por fin! Salimos tarde, a las diez y llegamos bien, sin tráfico, nos llamó el hermano del dueño y quedamos en que entraríamos cuando llegáramos.
Así que quedamos en los bomberos, paramos fuera, pero hacía mucho calor y Francisco dijo que entráramos al patio, yo pensaba ¡ay como tengan que salir corriendo! Pero no pasó.
Y cuando llegó el hombre lo seguimos y cada vez el camino más malo, rodeamos una rotonda, bajamos hasta el lecho del Rio Seco, (se llama así, no sé si porque no lleva agua o por ironía) pasamos bajo el puente de la autopista, subimos a ella por un lateral y nos metimos entre solares y huertos, hasta una calle, bueno un camino de tierra y matojos secos, estrecha, solo cabe un coche de ancho y llegamos a la casa.
¡Con razón nos dijo que no la encontraríamos nosotros! Estaba casi escondida, da la impresión que es una construcción clandestina, el sitio parece que sería antes de huertos.
Bueno, la casa está bien, con algunos fallos que pronto arreglamos nosotros, (cambio de camas, sillones…) y la piscina, la mejor que hemos tenido hasta ahora, grande, con jacuzzi, “trampolín”…
Dejamos las cosas y nos fuimos a comer, lejos de la playa, los bares y restaurantes cerrados, pero al fin encontramos uno y comimos como es natural ¡paella!, en un bar, pero en la puerta, pues no tenía aire acondicionado (después comprobamos que casi ningún restaurante del pueblo lo tenía)
Durante la comida nos peleamos con el viento, nos faltaba manos para sujetar el mantel y las servilletas de papel, hacia un viento que secaba hasta los pensamientos, entre esto y Francisco peleándose con el parasol, pues el sol se empeñaba en moverse y nos pillaba, pues hemos tenido una comida muy entretenida.
Y para casa, mi Carmela tenía que recoger a los ferroviarios y nosotros a ordenar las cosas.
Y después… piscina, piscina.
Mi Carmela y Pepi fueron a por pizzas y pan y cena, tele…
No hay comentarios:
Publicar un comentario