Salimos a las seis de la mañana de mi casa, y sin contratiempos hasta parar para desayunar. Lo hicimos en un área de servicio con trampa. Al lado del aparcamiento había unas mesas redondas con bancos, de piedra, unos aseos y fregaderos. Hacía frio. Comimos los bocadillos y decidimos tomar algo caliente. Entramos y nos encontramos con un restaurante grande, moderno, de nombre italiano, tienda de recuerdos un gran comedor, autoservicio. Tomamos un café con una sombre de leche y nos fuimos... y nos perdimos, no encontrabamos el coche. Francisco dice que le parece que salimos por otro sitio... a mi Carmela le da un ataque de risa, porqué, haciendo honor a estos diarios.. ¡nos perdimos en un area de servicio!
Volvimos a entrar en el restaurante y lo entendimos. Era como cuando te miras a un espejo, dos mitades iguales, salvo en en el interior en una zona ponía dirección Valencia y en otra dirección Barcelona, yo lo vi, pero sólo me dio curiosidad. Era un area de las que tienen un puente por encima de la autopista y salimos por el lado equivocado.
Bueno... continuamos y llegamos a Cuenca, al centro comercial, pasamos el letrero del hotel y damos vueltas buscando aparcamiento. Al fin lo encontramos y a dar vueltas sin saber muy bien por donde empezar. Caminamos hacia el inicio del casco antiguo, calles empinadas.
ESCALERAS HACIA EL CASCO ANTIGUO
Mi Carmela pensó en ir primero a la Ciudad Encantada, ya que hacía buen día y al otro día podía empeorar. Buscabamos una oficina de turismo, pero nos habían decirnos muy bien, creíamos que estaría en la plaza del Ayuntamiento... pero ya era casi la hora de comer, decidimos buscar un restaurante y entonces encontramos la oficina de turismo... Pedimos un mapa de la ciudad y nos dijeron si queriamos firmar para pedir que Cuenca fuera ciudad cultural en el año 2016, lo hicimos... y nos regalaron una bolsa con vino, aceite, agua, una baraja de cartas, un pin, una bombilla de relax... un detalle.
Comimos en el restaurante El Barrilete, está bien. Y nos fuimos a la Ciudad Encantada. Hacía sol y pensamos visitarla primero ya que hacían buen tiempo, aunque saliendo de Cuenca lloviznaba. Pasamos por un lugar que había coches parados, parecía un mirador. Y lo era. el Ventano del diablo, una cueva mirando sobre la Serranía de Cuenca, espectacular... aunque la lluvia no dejaba disfrutar del todo.
Continuamos hasta la Ciudad Encantada, empezó a llover bastante, Carmela preguntó si mejor dar la vuelta, nadie contestó y empezó a maniobrar, entonces Francisco dice "que pronto te rindes" y vuelta a maniobrar para continuar.
Cuatro euros costó entrar, pero valió la pena. Incluso bajo la lluvia que nos acompañó toda la vista. Había avenidas, plazas con piedras en forma de grandes barcos, tortugas, osos... y lo que la imaginación fuera capaz. A mi padre le dió un mareo, decía que era el aire que era muy fino... creo que fue la altura, estabamos a 1500 metros. Pero le gustó mucho. ´
Había bastante gente para hacer tan mal día.
Regresamos a Cuenca y paró de llover por el camino, entonces buscamos el hotel Francobel, como siempre, dando algunas vueltas, pero lo conseguimos.
Estaba en un sitio centrico, en las calles comerciales, el vestíbulo muy pequeño, la recepción en un rincón, y el conserje, un chico con la raya en medio, rubio, muy repeinado, nos da las llaves y una mando de tele. (Me recordó a los sketch de El Tricicle, cuando aparecía los conserjes del hotel tras el mostrador, pues salía apenas oía ruido)
Las habitaciones eran correctas, pero los hoteles de tres estrellas fuera de Cataluña son inferiores. El papa y Carmela dice que durmieron, yo a ratos y Francisco dice que tampoco.
En una habitación al lado de la nuestra a alguien se le rompió el lavabo y oí como llamaba al conserje y las explicaciones que daba.
Salimos después para comprar algo para comer, dimos vueltas y terminamos frente al hotel, en una pastelería comprando Alajú (dulce tipico de Cuenca) y bollos. Y vuelta al hotel. Aunque a mi Carmela le dio la añoranza del los chinos y nos fuimos a buscar uno para comprar un Sudoku que se había olvidado en casa.
Y a dormir.
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