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lunes, octubre 16, 2006

3 de agosto de 2006

Marvao desde el castillo.


Marvao. Portaalegre. Portagem. Piscina. Valencia de Alcántara. Comida argelina. Naranja asesina. Camarero muy, muy servicial.
Todos juntos a Marvao, un pueblo preciosos en Portugal. Esta en lo alto de una montaña de carretera de curvas y curvas, pero se sube bien. Llegamos todos juntos, Carmela subió con el coche hasta la explanada del castillo, en lo alto de la cima rocosa, con ella fueron los yayos, Ángela y Miguel. Y Pepi, Francisco, Xavi y yo se nos ocurrió ir por el camino más difícil, unas escaleras que seguía la muralla desde el pueblo hasta arriba. Xavi y Francisco quería subir por allí, ante el recelo de mi Pepi, Xavi para convencer a su madre dijo muy serio. “Acuérdate de Frodo”, y eso fue el argumento definitivo… Y allí se fueron Francisco y él, con los ojos atentos de mi Pepi clavados en ellos, viendo como se alejaban cada vez más arriba y lejos, diciendo asustada, ¡qué miedo estoy pasando! Xavi, al parecer le dio la paliza a Francisco durante el camino, hablándole de Frodo y Gollum… Pepi y yo les seguimos cuando ya ellos estaban arriba, no sé los escalones que había, pero por nuestra respiración fatigosa deduzco que muchos, desde abajo parecía más alto que al subir por ella. Al llegar arriba Xavi le dice a mi Pepi, con seria trascendencia: ahora ya sabrás como se sentía Frodo… ¡y con Gollum detrás!.
Llegamos al Castillo, el grupo se dividió, mi padre, con Miguel y Ángela se quedaron en la entrada y los demás fuimos entrando en el castillo. Es bastante grande y bien conservado, había un grupo de “esplai” portugués, se pusieron a cantar la canción del elefante, en portugués, claro. Después volvimos cada grupo por un camino, los más andarines bajando las escaleras, los demás en coche, el camino andando estaba más cerca de lo que parecía y llegamos todos al mismo tiempo. Y hacia Portalegre. Esto es ya una ciudad grande, llegamos al centro, un parque con un árbol enorme, de unos 150 años, creo que es un plátano. Con grandes y pesadas ramas, sujetas con unos postes metálicas en forma de horca. Allí vimos que la ciudad era muy grande para verla bien y que era la hora de comer. Así que los X se quedaron para comer pizza y los XL nos fuimos a Portaguem, al lado de la piscina natural, a comer bacalao portugués. Estuvo bien, pero raciones muy grandes, como los paltos combinados d España, pero claro, nosotros no lo sabíamos y pedimos primero gazpacho (bueno, verdura cortada a trocitos y agua) y ensalada, después la comida, menos mal que nos preguntó el camarero si los abuelos comían mucho o poco y nos recomendó una ración para dos. Había demasiada comida, además, al sentarnos, sin preguntar nos pusieron un platito de habas, garbanzos, dos clases de mantequilla, paté de sardina y queso… pero nos lo cobraron.
Y volvimos al Jiniebro, piscina, por la noche a Valencia, a las Bodas Regias, una fiesta e recuerdo de una hija de los Reyes Católicos que se casó aquí. Pero ya era muy tarde y sólo vimos gente vestida a lo medieval y puestos que ya cerraban, pero aún estaba abierto uno de comida argelina (chawarma) y Francisco y Pepi quisieron compartir uno, pero claro, a Francisco le supo a poco, porque también probó Ángela, y compró otro.
Y bueno, Francisco, Carmela, papa y yo, nos fuimos a tomar algo y Pepi y Ángela se fueron al cibercafé.
Tomamos, o quisimos tomar unos bikinis, pero no había Bimbo y tomamos unas fajitas, pero no estaban buenas, frías. Aunque el camarero era muy servicial, casi excesivo.
A Francisco, (en venganza por haber arrancado una del árbol) le cayeron encima dos naranjas de los árboles que había en la plaza.
Y vuelta, después del habitual recorrido del pueblo por desorientación de mi Carmela, (¡no nos llamamos los perdidos por ahí por nada!)
Era ya tan tarde que nadie se quedó a contemplar las estrellas y coger almendras de nuestros árboles.

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