Dia 4

SAN VICENTE DE LA BARQUERA

Hemos salidos los XL, en principio hacia Tres Mares y los pueblos de abajo, para finalmente ir hasta San Vicente de la Barquera... y hacia allí nos fuimos, después de lo habitual, o sea, perdernos en Reinosa.

Pasamos por muchos pueblos sin detenernos, hemos dado una vuelta por Torrelavega, feo, y pasamos por Santillana del Mar, con el chiste facil que yo no sabía "ni es santa, ni llana, ni tiene mar", pero si gente a mogollón, en rebaño, para ver las cuevas de Altamira, la reproducción, la auténtica está conservada como un tesoro. Hemos vuelto al camino hasta San Vicente de la Barquera. Es un pueblo bonito, con una ria en bajamar que en principio no nos pareció gran cosa, pero al irnos había subido la marea y era otra cosa, con barquitas salpicando la bahía, y el mar en calma chicha.

Paseamos a todo lo largo de la ria, con un restaurante detrás de otro, y entre algunos tiendas de recuerdos. Paramos en uno llamado Colón, para el aperitivo, eran raciones grandes, muy buenas... y ya comimos. Justo al lado de donde freían el pescado, sin olor a fritanga. Nos compramos "nauticas", chaquetas de entretiempo, muy marineras. Después dimos una vuelta por la parque y la parte turistica, no visitamos el casco antiguo pues está en algo y el yayo no está para muchas cuestas, aunque si por él hubiera sido...


Y de vuelta, por el lado de la montaña, en dirección a Cabezón de la Sal, entramos en él pueblo sobre las tres de la tarde y las calles estaban desiertas, sólo unos operarios arreglando la calle, tomamos un refresco y paseamos por las calles vacias. Es bonito, limpio, en el fondo de un estrecho valle de altas montañas. entramos en un parque, cerrado, tranquilo, sólo había dos hombres con un perrito, una fuente sencilla, grandes árboles y un cesped muy cuidado, y verde, mucho verde, había un especie de entoldado con un escenario y sillas, una casa muy cuidada en el centro del parque, de algún rico donada a la ciudad... salimos del parque y ya empezaba a aparecer gente.

Seguimos en la carretera, pasamos por puertos de montaña, no tan abruptos como en los Pirineos, con un paisaje verde, árboles altisimos, vacas, caballos, avisos de ganado en libertada y de paso de anfibios... el aire olía a montaña, a verde, a naturaleza, en algunos tramos de carretera los árboles casi la cubrían como un dosel.

Paramos un momento para descansar y estirar las piernas y soltar liquidos, el area de descanso limpia, pero destacaban en el suelo unos incongruentes calzoncillos azules...


Y bajamos al valle. Al llegar a casa decidimos ir a tomar algo al único bar del pueblo, La Sosiega, fuimos los XL más Miguel, pero abren a las siete y eran más o menos las cinco, así que dimos la vuelta al pueblo, pasamos por una calle con dos vacas rumiando, gallinas sueltas, perros... uno muy pequeño quiso ladrarle a Miguel, pero antes se subió en un sitio alto, donde Miguel no pudiera alcanzarle, le ladró hasta que salió una chica de una casa y le hizo callar.


Volvimos más tarde al bar y tomamos algo, nos informamos sobre las comidas y decidimos ir allí el sábado. Salimos y sucedió lo inevitable en todas vacaciones que se precien. Francisco quiso saludar a un caballo, subió un pequeño terraplén, se resbaló, puso las manos sobre unos pinchos...

Carmela ya ni se inmuta, está acostumbrada.

Nos encontramos con unos lugareños, Francisco, que es el más sociable de nuestro grupo y que pega la hebra con cualquiera, se entera de que nuestra piscina la usaron todos los niños del pueblo antes de venir nosotros, aunque hiciera frio...
Y ahora ya estamos pensando en cenar...


Hoy la gente ‘adulta’ se ha ido por ahí a Alto Campoo o el pueblo del Bisbal o no-sé-dónde. Nosotros nos hemos quedao jugando como unos frikis. Hemos comido pizza y luego más jugar al ordenador y a la wii y a la DS. Después de cenar (salchichas y más jamón para variar), Mercedes, Pepi, Xavi y Miguel han jugado al dungeons, y yo de máster.
El Xavi hacía de humano guerrero que todo el rato intentaba derribar cosas a cabezazos. El Miguel era un(a) pícaro que ha jugado más o menos ‘normal’. La Pepi era un elfo hechicero que ha ido un poco a lo loco quemando a un lagarto con su antorcha. Luego los demás le han asustado un poco y ha salido corriendo.
La Mercedes era un enano clérigo con un sentido del bien y del mal muy… suyo. Su primera acción ha sido intentar curar al lagarto que Pepi había herido con la antorcha. Por suerte, Miguel (que era el más sensato, muy raro para un pícaro), le ha convencido que no acababa de ser una buena idea.
Luego se ha puesto a quejarse de que quería pegar martillazos (pero no llegaba). Finalmente, después de que Xavi matara un lagarto de sobras de un espadazo (que por cierto, antes casi mata a Pepi de un espadazo también), Mercedes llegó al otro lagarto y le intentó atizar con su martillazo.
Cogió carrerilla, giró el martillo un par de veces sobre su cabeza, y apuntó al lagarto. Pero, no tenía mucha práctica con el martillo y se le escapó de las manos, saliendo disparado por encima del lagarto (que quedó ileso) y aterrizando en la cabeza (por suerte, muy resistente) de Xavi.
Miguel, con su propia indiferencia con las insensateces de sus compañeros, mató al último lagarto. Después de que el peligro inmediato desapareciera, Xavi, cabreado y con dolor de cabeza, se abalanzó contra Mercedes, dispuesto a vengarse. Por suerte, Mercedes estaba en la otra punta de la sala, y mientras Xavi cargaba hacia ella, le convenció de que fue un accidente (aunque los demás no quedaron muy convencidos, primero intentó curar un lagarto y luego atacó ‘accidentalmente’ a su compañero…)
Después, el pícaro de Miguel encontró un cofre en la sala. Fue a abrirlo, sin ni si quiera intentar buscar trampas (muy descuidado por parte de un pícaro). Por suerte, Miguel es un mediano de fuerte voluntad, al estilo Frodo, y resistió el hechizo de sueño. Una vez inutilizada la trampa, Xavi tuvo vía libre para liarse a cabezazos contra el cofre. Le costó un poco, pero finalmente, al tercer intento abrió el cofre, rescatando el anillo del barón. FIN