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domingo, noviembre 20, 2005

Viernes, 2 de agosto de 2004

Excursión a Antequera. Despiertos a las 7’00 a toque de pito: Los zombis se van a la ciudad de los antepasados. Desayuno a base de molletes: GENIAL. Comida exagerada: buena, pero desbordante. Caminamos mucho. Subimos y bajamos. Nos perdemos, pero pateamos desde la Alcazaba hasta las Cuevas Menga y Vieras o algo así, (nos cuela un ex-guía jubilado espontáneo, que vigilaba turistas despistados (que van un lunes de visita)

En un bar que vamos por pura casualidad ¿nos conocen! Somos primos hermanos del marido (Pepe) de la dueña (Fátima) Nos invitan a todo. Prometemos volver (el Francisco tiene que concretar unas posibles ventas / comprar de terrenos, casas, etc)

Regreso a La Cañada y relax en la piscina. Papi cansado. Muchas emociones y caminos en un solo día (lleva mucho retraso en cumplir el deseo de volver a Antequera) (Pepi)

Los molletes son unos bollitos de pan, no muy cocidos, blancos, tiernos, yo creo que es de origen arabe, sea como sea están deliciosos, en Antequera a nadie le extraña pedir de desayuno un mollete con aceite, lo sirven algo tostados, con una aceitera y sal, para que cada uno se lo prepare a su gusto. Ahora tienen denominación de origen. En este día recorrimos Antequera como si fueramos a estar solo un dia, calles arriba y abajo, con un calor de agosto, achicharrante, mi padre estaba ansioso, hablando de sus recuerdos, de lo que hacía y pasaba en tal o cual calle. Después de ver la cueva de Menga, una cueva prehistorica una de las mejor conservadas en España, estaba muy cansado, pero feliz. El guia de que hablamos era un viejo desdentado que parecía haber aprendido la historia de carrerilla, estoy segura que si le detenemos y preguntamos algo a bocajarro no sabría contestarnos, pero bien, lo que no nos dijo él nos lo dijo mi padre.

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